El pensamiento y la emoción, factores determinantes de la salud (1 de 4)

Por: Rafael Sanz Moncayo.

Dualismo cuerpo-mente.

Platón establecía diferencia entre materia o cuerpo y forma o espíritu. Veintiún siglos más tarde, en el siglo XVII, René Descartes reafirmó el dualismo platónico al distinguir entre existencia o conciencia y cuerpo o materia, estableciendo total independencia entre ambos aspectos.

A pesar de que la ciencia contemporánea ya no acepta dicho concepto,  éste sigue ejerciendo influencia en forma muy generalizada. La misma ciencia médica convencional, que en teoría lo rechaza, en la práctica sigue siendo dualista. No obstante, dentro de la medicina no han faltado intentos para rescatarla del dualismo; tal es el caso de la creación de la medicina psicosomática, movimiento que surgió en la década de 1920.

Concepto psicosomático.

En oposición al concepto dualista, el concepto psicosomático u holístico considera que la mente y el cuerpo no son dos cosas independientes entre sí, sino dos aspectos de nuestro ser dinámicamente integrados en una totalidad. Todo lo que afecta al cuerpo influye sobre la mente y todo lo que impresiona la mente repercute sobre el cuerpo.

Componentes de las emociones.

Si nos guiamos por el concepto holístico, podremos observar que toda emoción tiene un componente orgánico además del psíquico. A su vez, el componente orgánico o físico de las emociones está constituido por dos elementos: a) por modificaciones dependientes del sistema nervioso vegetativo o autónomo y b) por actividad muscular. Por ejemplo, cuando alguien tiene ira, el ser consciente de tal emoción, que viene a ser el componente psíquico, va acompañado de un componente físico conformado por: a) modificaciones tales como enrojecimiento del rostro (o palidez), aumento de la tensión arterial, taquicardia,  agitación de la respiración y otros cambios más dependientes del sistema nervios autónomo, y también por: b) actividad muscular, que se manifiesta en la tensión de la musculatura, en los movimientos enérgicos y en las actitudes defensivas o amenazantes.

Sistema nervioso vegetativo y reacción de alarma.

Puesto que el sistema nervioso autónomo o vegetativo juega un papel importante en la vida emocional, es oportuno tener en cuenta algunos aspectos de dicho sistema. Pues bien, recordemos lo que nos ocurre en los momentos en los cuales nos sentimos amenazados por un peligro. En tales circunstancias necesitamos músculos vigorosos para poder enfrentar el peligro o para huir de él. Entonces es cuando automáticamente suceden cambios en el funcionamiento de nuestro organismo, que acompañan a los cambios de nuestro funcionamiento mental. En cuanto captamos el peligro sentimos miedo, ira o una mezcla de ambas emociones y, simultáneamente, la médula de nuestras glándulas suprarrenales libera en la sangre gran cantidad de adrenalina y también algo de noradrenalina, hormonas que producen diversas modificaciones en el funcionamiento orgánico. Así, pues, aumenta el flujo de sangre hacia el cerebro, el corazón, los pulmones y los músculos esqueléticos, gracias a la aceleración de los latidos del corazón; la respiración se agita para proveer de abundante oxígeno a la sangre; la irrigación sanguínea de otros sitios, como el aparato digestivo y la piel, disminuye para favorecer el riego sanguíneo del cerebro y de los músculos esqueléticos, aquietándose, por lo tanto, las funciones digestivas y palideciendo la piel; el hígado libera en la sangre grandes cantidades de glucosa para que los músculos puedan funcionar con mayor intensidad; la sangre se torna más coagulable para evitar excesivo sangrado en caso de que se sufran heridas. Estos y otros cambios más son producidos por el aumento de la actividad de la rama simpática del sistema nervioso vegetativo o autónomo, a través de las hormonas de la médula suprarrenal y por acción directa de dicho sistema sobre los órganos. Todo esto y los concomitantes cambios en la actividad psíquica (sentir miedo o ira) y en la actividad muscular (aumento de la tensión de los músculos) constituyen, en conjunto, lo que se ha denominado reacción de alarma, que es la primera etapa del stress.